Últimamente insisto mucho en darse a los demás. Y cuidar a tu gente. Se pueda hacer incluso si no te cuidas a ti mismo, pero si ese es el caso, en algún momento petas. Considero que tan importante es cuidar a los demás como a uno mismo, así que hoy hacemos parada en boxes para hablar de eso: Analizar cómo está uno mismo.
El tren de la vida va muy rápido, la rutina ya se encarga de eso. Y creo que de vez en cuando es bueno pararse a ver si la máquina va bien. ¿Nuestro cuerpo y coco están sanos? Generalmente, como decía, nadie da lo que no tiene. Y si estás bien, podrás aportar más a tu gente. Así que la parada merece la pena. Y además muchas veces es necesaria.
Pero es que cuesta alejarse del ruido, ¿no crees?
Cuando es año nuevo, haces un retiro espiritual, acabas bachillerato, o cuando fallece un ser querido. Cuando llega un hecho único como la pandemia o Filomena. Ahí es cuando te paras para ver qué tal estás. Es entonces cuando sientes la “patada” (manera en la que los personajes se despiertan de un sueño en Origen, obra maestra de Christofer Nolan) que te saca de la rutina.
Pero a mí me gustaría que nos cuidásemos un poco más. Que hagamos balance una vez a la semana de qué tal voy. Aunque a veces dé pereza (porque se vive cómodo en la rutina) o incluso miedo (porque en el fondo no creo que esté yendo por el buen camino). Si no, en estos meses de incertidumbre y turbulencias, corremos el riesgo de acabar yendo a la consulta de nuestro querido psicólogo. Y oye, al final se le acumula el trabajo. Mejor irse de cerves con él y debatir de la vida.
Así que eso. Próxima parada, tú.
