La gente busca pelea. ¿Cuántas veces hemos oído eso de «tengo ganas de guerra»? Entre broma y broma… la verdad asoma, o eso dicen. Y es que muchas veces nos olvidamos de lo que hay dentro de nosotros.
¡Qué fuerte! Resulta que el mundo nos arrastra y nos perdemos tanto por el camino… que no nos damos cuenta de lo realmente importante.
Esto viene porque llevo un par de días presenciando unas escenas que me han llamado la atención. Después de una jornada larga de trabajo, el cansancio, el calor… Llegas a la estación de metro en la que te bajas y de repente ves cómo una mujer con su niño en brazos, grita a una empleada de metro. No supe, ni tampoco quise preguntar el por qué del enfrentamiento, pero muchas veces, nos dejamos arrastrar por nuestros instintos, los más bajos. La gente busca pelea. Quizá tuvieran razón alguna de ellas en el enfrentamiento. O quizá no. Posiblemente simplemente hubiera un malentendido entre las protagonistas de la historia… Pero, ¿Por qué lo pagamos así? ¿Acaso somos conscientes del momento que está atravesando la otra persona?
No me pregunto por qué existe el mal… Eso es otra cuestión sobre la que se ha pensado mucho. Mi pregunta es ¿por qué la gente trata con maldad y mala idea al resto? ¿Y por qué muchas veces simplemente por apetencia? ¿Qué hay dentro de nosotros? ¿Qué nos cuesta ser amables con la gente?
Cada vez es más cara una sonrisa, una palabra de aliento, una mirada de apoyo… ¿Tan podridos estamos como sociedad? ¿Tan perdidos estamos? Me niego a pensarlo así. Hay mucho bien en el mundo, y no hay que hacer grandes obras para practicarlo, para ser bueno… Simplemente, desde mi punto de vista, hay que ponerse en el lugar del otro. Empatía lo llaman. Y sí, quizá ahí empecemos a ver las cosas de otra forma. Y es que cada día, tenemos una nueva oportunidad. Estamos a tiempo.